El cáncer de la pederastia sacude a la Iglesia

Miguel Máiquez, 21/4/2010

Es imposi­ble que no ven­gan escán­da­los; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pon­gan al cuel­lo una piedra de moli­no y sea arro­ja­do al mar, que escan­dalizar a uno de estos pequeños.

Lucas, 17, 1–2

Joseph Ratzinger, antes de con­ver­tirse en papa, retrasó la expul­sión del sac­er­do­cio de un cura acu­sa­do de ped­eras­ta en Cal­i­for­nia, EE UU, por temor a las reper­cu­siones que esa decisión pudiera oca­sion­ar en el seno de la comu­nidad de fieles, según unas car­tas fechadas entre 1981 y 1986 que han sido dadas a cono­cer cono­ci­das este viernes. 

Ratzinger, que en aque­l­los años era el car­de­nal pre­fec­to de Con­gre­gación para la Doc­t­ri­na de la Fe, cal­i­ficó entonces los hechos «de gran sig­nif­i­can­cia», pero con­sid­eró que había que ten­er tam­bién en con­sid­eración «el bien de la Igle­sia universal».

Se tra­ta del últi­mo trueno has­ta aho­ra en una tor­men­ta, la de los casos de ped­eras­tia entre el sac­er­do­cio católi­co y su ocultación por parte de la jer­ar­quía ecle­sial, que no deja de cre­cer y que ha puesto a la Igle­sia en el pun­to de mira.

El via cru­cis comen­zó hace una déca­da, con el goteo ince­sante de denun­cias que se pro­du­jo en EE UU tras cono­cerse que el rev­eren­do John Geoghan había abu­sa­do de 130 niños durante 20 años, y que la respues­ta de sus supe­ri­ores se había lim­i­ta­do a ir cam­bián­do­lo de par­ro­quia. Poco a poco fueron salien­do a la luz más y más casos, prin­ci­pal­mente en Aus­tralia, Irlan­da y, des­de hace unas sem­anas, Ale­ma­nia, país este últi­mo donde los casos ocur­ri­dos cuan­do Ratzinger era arzo­bis­po de Múnich están salpi­can­do aho­ra al pontífice.

Mien­tras, la Igle­sia ofi­cial se defiende con con­de­nas y gestos de arrepen­timien­to, ase­gu­ran­do que inves­ti­ga cada denun­cia y que­ján­dose de que está sien­do víc­ti­ma de una amplia cam­paña mediáti­ca en su contra.

Los datos

Des­de finales de los años 90, la Igle­sia Católi­ca se ha vis­to sacu­d­i­da por numerosas denun­cias rel­a­ti­vas a deli­tos de ped­eras­tia cometi­dos por miem­bros del clero. Los más numerosos y sobre los que más informes se han real­iza­do han tenido lugar en Esta­dos Unidos, Aus­tralia e Irlan­da y, más recien­te­mente, en Ale­ma­nia, Holan­da y Aus­tria. La may­oría de los casos se pre­sen­taron en sem­i­nar­ios sac­er­do­tales, escue­las y orfanatos en donde niños y ado­les­centes esta­ban bajo el cuida­do del clero.

  • Según el Tri­bunal de la Con­gre­gación para la Doc­t­ri­na de la Fe (ex San­to Ofi­cio), en los últi­mos nueve años la Igle­sia ha inves­ti­ga­do acusa­ciones rel­a­ti­vas a unos 3.000 casos de sac­er­dotes dioce­sanos y reli­giosos por deli­tos de ped­eras­tia cometi­dos en los últi­mos 50 años. Este dato fue ofre­ci­do el pasa­do mes de mar­zo, en un inten­to de la Igle­sia de salir al paso de las numerosas denun­cias y supuestos casos de ped­ofil­ia pub­li­ca­dos recien­te­mente en la pren­sa euro­pea. Era la primera vez que la Igle­sia hacía públi­cas cifras al respecto.
  • La mis­ma fuente señal­a­ba que en el 20% de los casos (600) se ha cel­e­bra­do un pro­ce­so penal o admin­is­tra­ti­vo. En el 60%, sobre todo debido a la edad avan­za­da de los acu­sa­dos, no hubo pro­ce­so, pero «se ema­naron nor­mas admin­is­tra­ti­vas y dis­ci­pli­nar­ias, como la obligación de no cel­e­brar misa, de no con­fe­sar, y de lle­var una vida reti­ra­da y de oración».
  • En un 10% de los casos (300), «par­tic­u­lar­mente graves y con prue­bas abru­mado­ras», el papa autor­izó un decre­to de dimisión del esta­do cler­i­cal (los sac­er­dotes fueron expul­sa­dos del clero). En el restante 10% de los casos someti­dos a pro­ce­so (otros 300), los pro­pios cléri­gos acu­sa­dos pidieron la dispensa.
  • El men­ciona­do tri­bunal ecle­siás­ti­co recibe cada año 223 nuevos casos de pederastia.
  • En todo el mun­do hay unos 400.000 sac­er­dotes y religiosos.
  • Aunque estos deli­tos pre­scriben a los 10 años, en 2002 Juan Pablo II per­mi­tió derog­ar la pre­scrip­ción caso por caso si el obis­po de la dióce­sis afec­ta­da así lo solici­ta. Antes de 2002 las denun­cias se resolvían siem­pre en las diócesis.

País por país

  • Esta­dos Unidos. Los casos de abu­sos sex­u­ales por parte de curas católi­cos comen­zaron a salir a la luz en los años 90. En 2008 la Con­fer­en­cia de Obis­pos Católi­cos de Esta­dos Unidos divul­gó un estu­dio según el cual, entre 1950 y 2002, 4.392 sac­er­dotes, el 4 % de un total de 109.694, fueron acu­sa­dos del abu­so sex­u­al de 10.667 menores. En aprox­i­mada­mente 6.700 casos se pre­sen­taron sufi­cientes prue­bas, otros 3.300 no fueron inves­ti­ga­dos porque los sac­er­dotes ya habían fal­l­e­ci­do, y en otros 1.000 no se pre­sen­taron prue­bas fiables para jus­ti­ficar una inves­ti­gación, infor­ma la agen­cia Efe. Para resolver muchos de esos casos, algunos de for­ma extra­ju­di­cial, la Igle­sia ha tenido que pagar más de 2.000 mil­lones de dólares (1.260 mil­lones de euros) en ind­em­niza­ciones a las víc­ti­mas. Al menos siete dióce­sis católi­cas se han declar­a­do en ban­car­ro­ta en EE UU para evi­tar el pago de deman­das por abu­sos sex­u­ales. Según pub­licó el diario The New York Times, cuan­do era el encar­ga­do de la Con­gre­gación para la Doc­t­ri­na de la Fe, el actu­al papa encubrió al sac­er­dote esta­dounidense Lawrence C. Mur­phy, acu­sa­do de abusar sex­ual­mente de unos 200 menores entre 1950 y 1970 en una escuela para niños sor­dos del esta­do de Wis­con­sin. La infor­ma­ción ha sido des­men­ti­da por la San­ta Sede.
  • Aus­tralia. En 2008, la orga­ni­zación Bro­ken Rites (Ritos Rotos), defen­so­ra de las víc­ti­mas de abu­sos sex­u­ales, cifró en 107 los sac­er­dotes católi­cos con­de­na­dos en ese país por ped­eras­tia, y el número de víc­ti­mas en más de 1.000. La Igle­sia pidió dis­cul­pas ofi­cial­mente a los niños inmi­grantes de ori­gen británi­co y maltés que sufrieron abu­sos sex­u­ales entre 1930 y 1960.
  • Irlan­da. Los casos de ped­eras­tia que más han con­mo­ciona­do a la sociedad irlan­desa han sido los dados a cono­cer en 2009 por los informes Ryan y Mur­phy, que rev­e­laron que miles de niños, la may­oría des­fa­vore­ci­dos, sufrieron abu­sos sex­u­ales por parte de sac­er­dotes irlan­deses entre 1975 y 2004, y denun­cia­ron la con­niven­cia de la jer­ar­quía ecle­siás­ti­ca con el Esta­do para ocul­tar y pro­te­ger a los sac­er­dotes. El pasa­do mes de febrero el Vat­i­cano pub­licó un doc­u­men­to en el que reconocía que la Igle­sia había sido «inca­paz» de «actu­ar con efi­ca­cia» y de impedir los abu­sos con­tra los menores. El papa se declaró «angus­ti­a­do» e «indig­na­do».
  • Ale­ma­nia. En el país donde se cen­tra actual­mente el escán­da­lo, la Con­fer­en­cia Epis­co­pal decidió el pasa­do mes de mar­zo nom­brar un coor­di­nador para inves­ti­gar las sospe­chas sobre ped­eras­tia entre curas. Los casos, que, según la pren­sa, fueron gen­er­al­iza­dos en las décadas de los 70 y 80, afectan a 23 de las 26 dióce­sis católi­cas ale­m­anas y entre ellos se encuen­tran los denun­ci­a­dos en el Coro de la Cat­e­dral de Ratis­bona, en el que fue direc­tor musi­cal Georg Ratzinger, her­mano del papa Bene­dic­to XVI. El obis­po elegi­do por la Con­fer­en­cia Epis­co­pal Ale­m­ana para diri­gir la inves­ti­gación recono­ció que la jer­ar­quía ecle­sial ale­m­ana «ha sido cul­pa­ble de ocul­tar y echar tier­ra sobre los crímenes pedó­fi­los». Por otra parte, el Vat­i­cano desmintió una infor­ma­ción del diario Süd­deutsche Zeitung, según la cual el papa, en su época como arzo­bis­po de Múnich (finales de los años 70 y prin­ci­p­ios de los 80), habría man­tenido en su puesto a un sac­er­dote acu­sa­do de abu­sos a un menor. Más de 13.000 lla­madas han cola­pasa­do la línea tele­fóni­ca sobre abu­sos sex­u­ales des­de que la Igle­sia católi­ca ale­m­ana la puso en mar­cha el pasa­do 30 de marzo.
  • Holan­da. La Igle­sia Católi­ca ha recogi­do ya unas 350 denun­cias de per­sonas que afir­man haber sufri­do abu­sos sex­u­ales por parte de miem­bros del clero entre los años 50,60 y 70, según el diario Volk­skrant.
  • Aus­tria. En los últi­mos meses han aumen­ta­do las rev­ela­ciones de casos de ped­ofil­ia en la Igle­sia Católi­ca. Cua­tro reli­giosos han sido aparta­dos del car­go. En la dióce­sis de Viena se han con­tabi­liza­do 12 denun­cias por ped­eras­tia en lo que va de año, la mis­ma cifra que en todo 2009.
  • Norue­ga. Hace tan sólo unos días, el Vat­i­cano recono­ció que el obis­po noruego Georg Müller abusó de un menor a prin­ci­p­ios de los años 90. Müller, que pre­sen­tó su renun­cia, era sac­er­dote cuan­do se pro­du­jeron los abu­sos, y la víc­ti­ma per­maneció en silen­cio durante 20 años.
  • España. Según Charles J. Sci­clu­na, pro­mo­tor de Jus­ti­cia (fis­cal) de la Con­gre­gación para la Doc­t­ri­na de la Fe, España es uno de los país­es con menos casos denun­ci­a­dos (un total de 14 entre enero de 2001 y mar­zo de 2010).Desde 1997 han tenido lugar al menos 11 casos de ped­eras­tia cometi­dos por sac­er­dotes sobre los que se ha pro­nun­ci­a­do la Jus­ti­cia. De ellos, cua­tro reli­giosos están en prisión, inclu­i­do uno que cumple con­de­na en Chile. La may­oría de los abu­sos se pro­du­jo en inter­na­dos, par­ro­quias y campamentos.
  • Reino Unido. En 2001, los obis­pos de Inglater­ra y Gales acep­taron las nor­mas impues­tas actual­mente entre la jer­ar­quía de EE UU, que incluyen infor­mar siem­pre a la Policía ante las denun­cias de pederastia.
  • Otros. En Argenti­na, el sac­er­dote Julio César Gras­si, respon­s­able de la Fun­dación Felices los Niños, fue con­de­na­do a 15 años de prisión en 2009 por 15 casos de abu­so sex­u­al de menores que esta­ban bajo su car­go. En Italia, la pren­sa recogió acusa­ciones de hom­bres sor­dos que decían haber sufri­do abu­sos entre las décadas de 1950 y 1980 en el Insti­tu­to para los Sor­dos Anto­nio Pro­vo­lo, en Verona. En Sudáfrica, el líder de la Igle­sia  Católi­ca local admi­tió que más de una doce­na de sac­er­dotes habían sido acu­sa­dos de abusar sex­ual­mente a niños. En Brasil, la Igle­sia ha recono­ci­do que la ped­ofil­ia es un prob­le­ma, y en Méx­i­co ha sido acu­sa­da de encubrir casos de abu­so y de pagar dinero para com­prar el silen­cio de las víc­ti­mas (datos recopi­la­dos por la agen­cia Efe).
  • Legionar­ios de Cristo. Por orden de Bene­dic­to XVI, esta orga­ni­zación católi­ca está sien­do inves­ti­ga­da por la San­ta Sede des­de 2009. La con­gre­gación fue fun­da­da por el sac­er­dote mex­i­cano Mar­cial Maciel, inves­ti­ga­do durante años por abu­sos sex­u­ales con­tra sem­i­nar­is­tas. En 2006 el papa le exigió renun­ciar a todo min­is­te­rio públi­co y lle­var una vida reti­ra­da. Maciel fal­l­e­ció en 2008.

La reacción del papa

Bene­dic­to XVI, elegi­do papa en 2005, adop­tó, des­de el ini­cio de su pon­tif­i­ca­do, una políti­ca de «tol­er­an­cia cero» ante los abu­sos sex­u­ales de sac­er­dotes católi­cos a menores. En este sen­ti­do, el pon­tí­fice, que ha con­de­na­do numerosas veces este tipo de actos, ha impul­sa­do cam­bios en la ley canóni­ca que incluyen, por primera vez, ofen­sas cometi­das a través de Inter­net y la ampliación de la defini­ción de abu­so para incluir a todos los menores de 18 años.

Por otro lado, y aparte de la pub­li­cación del doc­u­men­to sobre la respon­s­abil­i­dad de la Igle­sia en los abu­sos cometi­dos en Irlan­da, el papa se reunió en 2008 con las víc­ti­mas de abu­so sex­u­al en Esta­dos Unidos y ha anun­ci­a­do estar dis­puesto a man­ten­er nuevos encuen­tros con otros afectados.

Al papa se le reprocha, no obstante, el haber encu­bier­to casos ocur­ri­dos durante su men­ciona­da eta­pa como arzo­bis­po de Múnich y tam­bién cuan­do era el encar­ga­do de la Con­gre­gación para la Doc­t­ri­na de la Fe. Se recuer­da asimis­mo su papel como máx­i­mo respon­s­able de la insti­tu­ción en el seno de la cual se han cometi­do los delitos.

La San­ta Sede ha des­men­ti­do las infor­ma­ciones que incul­pan a Bene­dic­to XVI y denun­cia una «inno­ble cam­paña» para gol­pear «cueste lo que cueste» al papa.

El pasa­do 28 de mar­zo, el papa declaró que la fe en Dios le ayud­a­ba a lle­var­lo «hacia el cora­je de no per­mi­tir verse intim­i­da­do por el chisme mezquino de opinión dominante».

Las críticas

Muchas de las víc­ti­mas han denun­ci­a­do a los supe­ri­ores reli­giosos de los incrim­i­na­dos por haber encu­bier­to a los pre­sun­tos cul­pa­bles, al no denun­ciar los deli­tos ante las autori­dades locales y ordenar, en su lugar, tratamien­tos ter­apéu­ti­cos, trans­fer­en­cias a otras par­ro­quias y silen­cio ante la opinión pública.

Los críti­cos con la for­ma en que el Vat­i­cano está afrontan­do el prob­le­ma (incluyen­do a muchos cris­tianos de base) recuer­dan que la con­fi­an­za que los min­istros de la Igle­sia gen­er­an entre los laicos facil­itó los abu­sos en par­ro­quias, sem­i­nar­ios, orfanatos, hos­pi­tales y orga­ni­za­ciones de tra­ba­jo social, y que, en muchos casos, la víc­ti­ma no recibió aten­ción inmedi­a­ta, ni siquiera por parte de su famil­ia, debido al respeto al impli­ca­do, o por temor o igno­ran­cia. Según la la Red de Sobre­vivientes de Abu­sa­dos por Sac­er­dotes ‑SNAP, en inglés- de EE UU, sólo pre­sen­tan denun­cias entre el 5 y el 10% de las víctimas.

En este sen­ti­do, la influ­en­cia hegemóni­ca que durante décadas ha tenido la Igle­sia en España o Italia expli­caría el hecho de que el número de casos denun­ci­a­dos en estos país­es sea mucho menor.

Tam­bién se crit­i­can los pagos extra­ju­di­ciales de dinero real­iza­dos a algu­nas víc­ti­mas para evi­tar que los casos saliesen a la luz, o el hecho de que algunos altos respon­s­ables de la San­ta Sede hayan cal­i­fi­ca­do el prob­le­ma de «habladurías».

«Casos aislados»

La Igle­sia ofi­cial, por su parte, nie­ga que se trate de una prác­ti­ca gen­er­al­iza­da y mantiene que se tra­ta de casos ais­la­dos sobre los que actúa con firmeza cuan­do existe una denuncia.

Algunos supe­ri­ores reli­giosos han jus­ti­fi­ca­do el silen­cio de la Igle­sia en la necesi­dad de pro­te­ger a las víc­ti­mas, y, en gen­er­al, citan estu­dios como el del inves­ti­gador no católi­co Philip Jenk­ins, de la Uni­ver­si­dad de Pen­sil­va­nia, EE UU, de acuer­do con el cual el 99,8% de los sac­er­dotes católi­cos nun­ca se han vis­to impli­ca­dos en deli­tos de ped­eras­tia, y no existe evi­den­cia de que la ped­ofil­ia sea más común entre el clero católi­co que entre los min­istros protes­tantes, los líderes judíos, los médi­cos o miem­bros de cualquier otra insti­tu­ción en la que los adul­tos ocu­pan posi­ciones de autori­dad y con­fi­an­za sobre los niños.

Los defen­sores de la Igle­sia desta­can que «nadie ha hecho tan­to con­tra la ped­eras­tia» como el actu­al papa. «Es nece­sario que la sociedad val­ore a los cen­tenares de miles de curas fieles por enci­ma de esos pocos y reprob­a­bles infieles a sus prome­sas sac­er­do­tales», indi­ca el obis­po de Urgell, Joan Enric Vives.

Los obis­pos france­ses han hecho públi­ca una car­ta al papa en la que señalan que «lamen­ta­mos y sen­ti­mos vergüen­za de los actos abom­inables cometi­dos por algunos sac­er­dotes y reli­giosos. Los que han cometi­do estos actos des­fig­u­ran a nues­tra Igle­sia, hieren a las comu­nidades cris­tianas y arro­jan sospe­chas sobre todos los cléri­gos […]. Con­stata­mos tam­bién que estos hechos inad­mis­i­bles están sien­do uti­liza­dos en una cam­paña para atacar a su per­sona y a su mis­ión. Suf­rimos estos pro­ced­imien­tos indig­nos y le mostramos nue­stro apoyo».

El derecho canónico

El canon 1397 del Códi­go de Dere­cho Canóni­co (el cuer­po de leyes de la Igle­sia) señala las sigu­ientes posi­bles penas (depen­di­en­do de la gravedad del caso) para el sac­er­dote o reli­gioso «que cometa homi­cidio, vio­lación car­nal, o reten­ga a otro con el uso de vio­len­cia, o mutile y hiera grave­mente a una persona»:

  • Pro­hibi­ción de per­manecer en un deter­mi­na­do lugar o territorio.
  • Pri­vación de la potes­tad, el car­go, el ofi­cio, dere­chos, priv­i­le­gios, fac­ul­tades, gra­cias, títu­los e insignias (inclu­so honoríficas).
  • Pro­hibi­ción de ejercer, den­tro de un ter­ri­to­rio deter­mi­na­do o a modo universal.
  • Ser trasferi­do a un tri­bunal ecle­siás­ti­co superior.
  • Ser sus­pendi­do del esta­do clerical.

El proce­sa­do puede ser juz­ga­do por un tri­bunal civ­il, depen­di­en­do del tipo de con­ve­nios estable­ci­dos entre la San­ta Sede y el país en concreto.

El celibato

La mul­ti­pli­cación de casos de ped­eras­tia entre el clero católi­co ha abier­to el debate sobre has­ta qué pun­to es o no el celi­ba­to uno de los fac­tores cau­santes del problema.

Según el obis­po aux­il­iar de Ham­bur­go, Hans-Jochen Jaschke (cita­do por la BBC), «el celi­ba­to puede atraer a per­sonas que tienen una sex­u­al­i­dad anor­mal y que son inca­paces de incor­po­rar la sex­u­al­i­dad de modo nor­mal en su vida».

Sin embar­go, otros líderes católi­cos críti­cos y que vienen pidi­en­do des­de hace tiem­po la supre­sión del celi­ba­to, como el teól­o­go Hans Kung, se han dis­tan­ci­a­do de cualquier inten­to de vin­cu­lar la ped­ofil­ia con el voto sac­er­do­tal de castidad.

Un manual de conducta

La dióce­sis de Arling­ton (EE UU) ha aproba­do un códi­go de con­duc­ta para sus sac­er­dotes con el fin de evi­tar casos de ped­eras­tia. Estos son algunos de sus puntos:

  • Sólo sac­er­dotes, sem­i­nar­is­tas o su famil­ia inmedi­a­ta pueden pasar la noche en la casa par­ro­quial o ser admi­ti­dos en las áreas de con­viven­cia per­son­al den­tro de la casa parroquial.
  • Nun­ca se le debe ofre­cer a un niño bebidas alco­hóli­cas, taba­co, dro­gas o cualquier cosa que sea pro­hibi­da por la ley.
  • No se deben ten­er reuniones pro­gra­madas o reg­u­lares con un niño sin conocimien­to del padre o tutor.
  • Si hay necesi­dad de cuida­do pas­toral en pri­va­do con un menor, evite estar en ambi­entes soli­tar­ios. Pla­nee reuniones a horas ade­cuadas y use lugares que sean apropiados.
  • Los adul­tos no deben estar solos con un menor en dor­mi­to­rios, cuar­tos de alma­ce­namien­to, baños, ves­tu­ar­ios u otro cuar­to cer­ra­do o área soli­taria que sea inapropi­a­da para una relación ministerial.
  • No de rega­los valiosos o con­ce­da priv­i­le­gios espe­ciales u opor­tu­nidades a un niño en par­tic­u­lar. No se deberán dar pequeños rega­los a los niños sin per­miso o conocimien­to del padre o tutor.
  • No use con­ver­sa­ciones, vocab­u­lario, graba­ciones, pelícu­las, o jue­gos inade­cua­dos con menores. Es ile­gal mostrar mate­r­i­al sex­u­al explíc­i­to o pornográ­fi­co a niños o jóvenes.
  • No tome fotografías a niños o jóvenes cuan­do estén sin ropas o se estén desvistien­do. No tome fotografías de un solo niño o a un deter­mi­na­do niño sin el conocimien­to del padre o tutor.
  • Los adul­tos no deben salir de via­je solos con un niño que no sea un miem­bro de la famil­ia inmedi­a­ta sin la autor­ización escri­ta del padre o tutor, la aprobación del pas­tor o super­vi­sor y tiene que ir acom­paña­do de otro adul­to responsable.
  • Al tocar a una per­sona debe hac­erse de acuer­do a la edad y mostran­do respeto y amabilidad.
  • Debe evi­tarse el luchar, hac­er cosquil­las o cualquier otro acto de «jugue­teo» con un niño.
  • Debe evi­tarse el con­tac­to físi­co con un niño a solas. Un abra­zo puede ser una mues­tra de amor y respeto. Sin embar­go, debe hac­erse siem­pre en pres­en­cia de otros y nun­ca a solas en un cuar­to a puer­ta cerrada.
  • Si un niño ini­cia el con­tac­to físi­co, es pro­pio respon­der de una for­ma apropi­a­da y limitada.
  • Si ust­ed se da cuen­ta de que hay una atrac­ción per­son­al físi­ca inapropi­a­da entre ust­ed y una per­sona joven, man­ten­ga lim­ites pro­fe­sion­ales claros entre ust­ed y la per­sona joven y con­sulte con un supervisor.
  • Está pro­hibido ejercer dis­ci­plina físi­ca a un niño.

Testimonio

El pasa­do mes de enero comen­zó en Dublín, Irlan­da, el juicio con­tra el padre Mae­liosa O’Haual­lachain, acu­sa­do de tres abu­sos per­pe­tra­dos entre julio y agos­to de 1982, cuan­do su víc­ti­ma tenía 13 años de edad.

La víc­ti­ma, que aho­ra tiene 42 años, declaró ante el juez que la primera vez que el acu­sa­do abusó de ella fue en el con­fe­sion­ario. Según relató, el cura la metió den­tro, la sen­tó en sus rodil­las y, mien­tras ella con­fesa­ba sus peca­dos, la abrazó, la besó en los labios y luego comen­zó a acari­cia­r­le los pechos y le obligó a tocar su pene.

Tras la agre­sión, el acu­sa­do le ordenó que rezara diez ave­marías como pen­i­ten­cia y que no le dijera nada a nadie. «Como si fuera una ton­ta, salí del con­fe­sion­ario y recé las ave­marías. Me sen­tía muy mal, esta­ba aver­gon­za­da por lo que había pasa­do ahí, en la casa del Señor», dijo la víctima.

 
 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *