¡Dios mío! ¿Eres tú? ¡Hola! ¿De dónde vienes? ¡Tienes las patas llenas de barro! ¿Dónde has estado? ¡Mira qué sucio tienes el pico! ¡Y las alas! ¿Se te curaron las alas? ¿Has dejado de tener los ojos hundidos? ¿Aprendiste a volar? ¿Descubriste la luz en la oscuridad de la negra noche? Espera, espera… ¿Ya te vas?
Miguel Máiquez, 11/6/2009
Archivado en Están todos vivos
En el relato: Blackbird
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