Dr. Henry Jekyll, P. O. Box 1886, London

Miguel Máiquez, 21/03/2009

(CONFIDENCIAL)

Querido Henry:

No he dejado de pensar en ti ni un minuto.

Tampoco en Edward (me niego a llamarle Mr. Hyde, lo siento).

No te avergüences, Henry. Y no tengas miedo.

No pienso elegir. ¿Por qué habría de hacerlo? Me quedo con los dos.

Esta mañana, en el metro, medio adormilada aún, recordaba escenas, frases… Nuestra increíble última (y única) noche…

Durante días he temido que todo hubiese sido un sueño. He llegado a pensar que nunca te he conocido, que no existes en realidad… Nuestro encuentro en la calle, las horas hablando, tu llanto y tu desesperación, el camino hasta mi casa, la forma en que hicimos el amor, tu tremenda confesión… Tu huida…

Una mujer que estaba sentada a mi lado ha sacado de pronto un espejo, uno de esos espejitos de mano para retocarse el maquillaje. Y al guardarlo, durante apenas un instante, me he visto reflejada en él. No me he reconocido, Henry. No me he dado cuenta de que era yo hasta que lo he pensado. Pero claro que era yo. Y no es la primera vez que me ocurre.

Soy muchos yos, Henry. Yo también. Ya los irás conociendo. Espero.

Quiero decir que no estás tan solo como crees.

Contéstame, por favor. Contestadme los dos.

Mi dirección está en el sobre.

Y todavía tengo tu cartera… (y tus pantalones).

Ivy

Miriam Hopkins, como Ivy Pearson en ‘Dr. Jekyll and Mr. Hyde’ (1931)

Miguel Máiquez, 21/3/2009
Archivado en Están todos vivos
En el relato: Henry Jeckyll, Ivy Pearson

Dejar un comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *