Álex Grijelmo: «Desconfío de los políticos que le dan patadas al lenguaje»

Miguel Máiquez, 26/10/2006

Al mando de la agencia Efe desde hace dos años y medio, Álex Grijelmo es un vicioso del lenguaje. Un vicioso productivo, eso sí. La gramática descomplicada (Taurus, 19 euros), su último libro publicado, es ya la sexta obra que dedica a la lengua, una lengua que poco a poco va desgranando y desentramando con vocación didáctica y todo el sentido del humor que uno sea capaz de asociar a la palabra gramática, lo que, a priori, puede parecer una auténtica hazaña. 

¿Divertirse con la gramática? Tendrá que explicarse…

La gramática simpática, sí. He intentado hacer un libro que se pueda leer de corrido, con sorpresas, ejemplos, historias… Rebajar la barrera léxica que existe entre la gramática y el uso que de ella hacen los ciudadanos; evitar esa gramática antipática que nos tocó estudiar.

Y que cada vez se complica más: sintagmas, regímenes verbales, predicativos…

Es un léxico complejo, sí, muy frío. Todos los sabios tienden a crear un lenguaje propio para entenderse entre ellos y, al final, les resulta difícil hacerse entender por los demás.

¿Aprobaría Cervantes un examen de lengua de secundaria?

Uno de su época, sin duda. Con uno de ahora lo tendría difícil, pensaría que estaba en otro idioma.

¿Y si se leyera su libro?

Entonces creo que sí. No faltan tablas, definiciones…

La palabra «descomplicada» no está en el diccionario.

No, pero es perfectamente legítima, un uso del prefijo «des-», que significa «lo contrario de». Tampoco está «cabreante»…

¿Hay una gramática legítima y una gramática legal?

La gramática no dice cómo se debe hablar. Lo que hace es explicar cómo hablamos.

Sin embargo, parece algo inmutable, acabado. ¿Es más difícil cambiar la gramática que la Constitución?

Pues sí, por no decir imposible. Solemos decir que el lenguaje está vivo, que evoluciona, pero lo hace muy lentamente. Lo que cambia es el léxico y, a veces, hacia atrás. Volvemos a decir «nevera» en lugar de «frigorífico», «disco» en vez de «cedé»… Eso sí, en los últimos quinientos años no se ha inventado ninguna preposición, ni una nueva conjugación verbal. La estructura apenas cambia.

O sea, que tenemos «anduve» para rato.

Todas las irregularidades tienen una explicación en su evolución a través de los siglos.

Se critica a periodistas y políticos por su mal uso del lenguaje, pero también son los que están más expuestos…

El hecho de estar más expuestos debería conllevar una mayor responsabilidad en el uso del idioma.

¿Habría que dejar de votar a un político que cometa errores gramaticales?

Yo desconfío de los políticos que le dan patadas al lenguaje.

¿Se puede aprender la gramática o su buen uso natural es más bien un don, como el de quien tiene oído?

La gente se expresa con corrección cuando habla con naturalidad. Lo que está claro es que conocer la gramática ayuda a pensar mejor.

Para hablar bien, ¿mejor leer mucho que estudiar mucha gramática?

La sabiduría procede de la lectura. Leer nos da la capacidad de abstracción, y eso lo están perdiendo muchos jóvenes. Ven y oyen, pero no leen.

También manejan otros lenguajes, como el de los SMS. ¿Le asusta?

No. Cada generación cree que le está ocurriendo algo que nunca había sucedido antes, pero no es cierto. Cuando surgió la taquigrafía la gente pensaba que había llegado el fin de la escritura tradicional.

¿Qué es lo último que le ha taladrado el oído, gramaticalmente hablando?

Alguien dijo en televisión que había «un vendaval de viento». ¿De qué iba a ser si no?

Algún error cometerá usted…

Bueno, el laísmo se me escapa de vez en cuando.

Bio

Álex Grijelmo nació en Burgos en 1956. Premio Nacional de Periodismo, bajo su mandato en la Agencia Efe se ha creado la Fundación del Español Urgente.

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