Juan Pablo II: el gran revolucionario, el gran retrógrado

Miguel Máiquez, 4/4/2005

Cuan­do, pasadas las diez de la noche del pasa­do sába­do, mon­señor San­dri anun­ció a los miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro la muerte de Juan Pablo II, el mun­do dio por final­iza­do un pon­tif­i­ca­do tan históri­co como polémi­co, alaba­do y denos­ta­do por igual tan­to des­de el seno de la propia Igle­sia como des­de fuera de ella. Se iba el papa via­jero, el guardián de la tradi­ción y el rev­olu­cionario, el papa cer­cano, el héroe y el retró­gra­do, el papa poeta, deportista, tele­vi­si­vo… El papa pola­co. Éstas son, de la a la zeta, las claves de su pontificado.

«Abrid las puer­tas a Cristo, no tengáis miedo»: Men­saje con que el suce­sor de Pedro más joven de la his­to­ria se pre­sen­tó al mun­do tras ser elegi­do, el 16 de octubre de 1978, y que repi­tió al cumplir 25 años de pon­tif­i­ca­do. Un avance de lo que sería su trayec­to­ria, una exhortación a los cris­tianos, un avi­so a los regímenes comu­nistas y una adver­ten­cia a la propia Iglesia.

Bal­ance: Tras casi 27 años de pon­tif­i­ca­do, Juan Pablo II, primer Pon­tí­fice esla­vo y primero no ital­iano en más de 400 años, deja una Igle­sia más fuerte, más cono­ci­da e influyente, y más uni­ver­sal, pero tam­bién más polar­iza­da, autori­taria, divi­di­da y car­ga­da de incer­tidum­bres ante los retos –cien­tí­fi­cos, sociales, políti­cos e ide­ológi­cos– del futuro. Su lid­er­az­go sin prece­dentes ha con­tribui­do a cam­biar la his­to­ria, desta­can­do su ayu­da fun­da­men­tal para la caí­da del comu­nis­mo en Europa del Este.

Cer­cano: El papa sal­ió de los muros del Vat­i­cano. No había que ir a Roma a ver­le: él via­ja­ba. Abier­to, humano y acce­si­ble, el papa se reía, canta­ba, rez­a­ba y se emo­ciona­ba en públi­co; abraz­a­ba, se enfad­a­ba, elev­a­ba la voz y hacía bromas.

Con­ser­vador: Su lucha por la lib­er­tad políti­ca y social (en las rela­ciones lab­o­rales, con­tra la explotación del Ter­cer Mun­do, frente a las dic­taduras, en su anti­marx­is­mo vis­cer­al y en su denun­cia del cap­i­tal­is­mo sal­va­je, en favor de los des­fa­vore­ci­dos) se con­trapone con su con­trol de la lib­er­tad indi­vid­ual (con­tra el abor­to, la eutana­sia, el mat­ri­mo­nio para los curas, la aper­tu­ra del sac­er­do­cio a las mujeres…). Renue­va la ima­gen de la Igle­sia, pero amar­ra firme­mente su ortodoxia.

Chi­na y Rusia: Murió sin que le per­mi­tier­an cumplir su sueño de vis­i­tar los dos gigantes comu­nistas. Sí real­izó un históri­co via­je a Cuba en el que pidió el respeto a los dere­chos humanos ante Cas­tro y miles de fieles, aunque con pocos resul­ta­dos prácticos.

Diplo­ma­cia: Sabedor de su influ­en­cia en miles de mil­lones de per­sonas, se reunió con los prin­ci­pales líderes de su tiem­po, des­de Arafat a Gorbachov.

Ecu­menis­mo: Se acer­có a todas las reli­giones (el encuen­tro de Asís fue el pun­to cul­mi­nante) y a las demás igle­sias cris­tianas. Sin embar­go, a difer­en­cia de Pablo VI («la ver­dad está en todas partes»), lo hizo con­ven­ci­do de que en el catoli­cis­mo reside la autén­ti­ca fe.

España: La vis­itó cin­co veces, la primera, tras la vic­to­ria social­ista de 1982; la últi­ma en mayo de 2003. Recibido cada vez por mul­ti­tudes entre­gadas, siem­pre fue muy críti­co con las refor­mas sociales del Gob­ier­no y con­tribuyó a rad­i­calizar el dis­cur­so de la Con­fer­en­cia Episcopal.

Fáti­ma: El papa llegó a atribuir su mila­grosa sal­vación tras el aten­ta­do de Ali Agca, en 1981, a la inter­ven­ción de la Vir­gen de Fáti­ma. Desveló el últi­mo de los tres mis­te­rios supues­ta­mente rev­e­la­dos a los niños pas­tores portugueses.

Glob­al­ización: Juan Pablo II glob­al­iza la Igle­sia y su men­saje, que hace úni­co y uni­ver­sal (en el sen­ti­do más autén­ti­co de la pal­abra «católi­co»).

Homo­sex­u­al­i­dad y moral sex­u­al: Su rec­ha­zo a la homo­sex­u­al­i­dad (no a la per­sona, pero sí a todo lo que ten­ga que ver con la nor­mal­ización de sus dere­chos –sac­er­do­cio, mat­ri­mo­nio, adop­ción…–) se inscribe en una cruza­da moral que incluye su oposi­ción frontal al abor­to (que lle­ga a com­parar con el holo­caus­to a manos de los nazis) y el uso de los preser­v­a­tivos, su defen­sa de la casti­dad y de la virginidad…

Idiomas: Ver­dadero polí­glota, el papa salud­a­ba en medio cen­te­nar de idiomas y habla­ba con flu­idez, además de pola­co, ital­iano, francés, inglés, español, alemán, ruso…

Jóvenes: Sin­tió una espe­cial predilec­ción por ellos; les dedicó infinidad de escritos y encuen­tros, y a ellos dirigió sus últi­mas pal­abras conocidas. 

Judíos y musul­manes: Fue el primer papa en entrar en una sin­a­goga (en Roma) y trató de desvin­cu­lar siem­pre al islam del ter­ror­is­mo islamista. En su históri­co via­je a Jerusalén y Tier­ra San­ta se reunió con palesti­nos e israelíes y rezó frente al muro de las Lamentaciones.

Karol Wojti­la: Nació el 18 de mayo de 1920, en el seno de una famil­ia humilde. Despier­to en los estu­dios, cuan­do aca­ba el bachiller­a­to (1938) se matric­u­la en Filología. El 1 de sep­tiem­bre de 1939 los nazis entran en Polo­nia y se refu­gia en una buhardil­la de Cra­covia. Por las noches estu­dia y de día tra­ba­ja como picape­drero, primero, y en una indus­tria quími­ca después. Durante una breve eta­pa es actor y ayu­da a sal­var judíos de los ale­manes. Con 22 años empieza la car­rera ecle­siás­ti­ca y le orde­nan sac­er­dote en 1946. En 1958, de vuelta a Polo­nia, es nom­bra­do obis­po de Ombi. Inter­viene en el Con­cilio Vat­i­cano II. En 1964 accede al Arzo­bis­pa­do de Cra­covia y en mayo de 1967 es nom­bra­do car­de­nal. Once años después es elegi­do papa.

Lib­eración: Juan Pablo II se vol­có en Lati­noaméri­ca (un con­ti­nente joven, lleno de posi­bil­i­dades, pobre y oprim­i­do) pero, basán­dose en su anti­marx­is­mo y en su rec­ha­zo a la vio­len­cia en cualquier situación, con­denó al ostracis­mo a su cor­ri­ente cris­tiana más rev­olu­cionar­ia, la teología de la lib­eración (su repri­men­da a Ernesto Car­de­nal, en Nicaragua, dio la vuelta al mundo).

Mediáti­co: Nun­ca antes un papa había hecho un uso tan amplio y efec­ti­vo de los medios de comu­ni­cación, y, en espe­cial, de la tele­visión (hemos vis­to sus via­jes, sus dis­cur­sos, sus vaca­ciones, sus momen­tos pri­va­dos y, al final, su enfer­medad y su dolor).

No a la guer­ra: Se opu­so siem­pre a cualquier con­flic­to béli­co para solu­cionar los prob­le­mas, y lo hizo sin impor­tar­le quién los pro­tag­on­i­z­a­ba, lev­an­tan­do ampol­las con sus denun­cias ante guer­ras como la de Irak o la de las Malv­inas. Con­denó firme­mente todos los terrorismos.

Ori­gen: Su expe­ri­en­cia (vivió las per­se­cu­ciones nazi y comu­nista) deter­minó su papa­do, tan­to en su con­tribu­ción a la caí­da del comu­nis­mo como en su tradi­cional­is­mo (miem­bro de una Igle­sia oblig­a­da a sig­nifi­carse en medio de la repre­sión, abogó, por ejem­p­lo, por usos como el de la sotana).

Opus Dei: Tuvo una influ­en­cia deter­mi­nante en el Pon­tif­i­ca­do. Juan Pablo II can­on­izó a Escrivá de Balaguer.

Perdón: Por primera vez, un papa pidió perdón (en dece­nas de oca­siones) por los peca­dos de la Igle­sia, des­de las bar­bari­dades de la Inquisi­ción has­ta el geno­cidio de los indios amer­i­canos, pasan­do por la con­de­na a Galileo. Per­donó a la per­sona que casi aca­ba con su vida, Ali Agca.

Queri­do: Se le con­sid­era, jun­to con Juan XXIII, el papa más queri­do de la his­to­ria. El lema más escucha­do durante sus vis­i­tas a España era Juan Pablo II te quiere todo el mundo.

Récords: Los ha bati­do todos (número de via­jes, de audi­en­cias, de encícli­cas, de libros escritos…). Proclamó más de 1.300 beatos.

Sufrim­ien­to: La exposi­ción públi­ca de su dolor has­ta casi el momen­to de su muerte ha sido crit­i­ca­da por los que la con­sid­er­a­ban una exhibi­ción gra­tui­ta y cru­el, al tiem­po que reclam­a­ban la renun­cia del papa; y alaba­da por los que veían en ella un ejem­p­lo de for­t­aleza, así como una lla­ma­da de aten­ción ante un mun­do que tiende a mar­ginar el sufrim­ien­to, la ancian­idad y la muerte.

Totus tuus: Todo tuyo. El lema de su pon­tif­i­ca­do, mues­tra de su devo­ción a la Vir­gen María.

Ungi­do: Juan Pablo II no des­deñó jamás su condi­ción de «rep­re­sen­tante de Cristo en la Tier­ra». Vivió con una gran pro­fun­di­dad el mis­te­rio religioso.

Vir­gen: Huér­fano de madre des­de la niñez, hizo patente una devo­ción y amor espe­ciales a María. A ella se encomendó y a su ala­ban­za dedicó gran parte de sus may­ores esfuerzos.

Wad­ow­ice: Pueblo natal de Juan Pablo II, en el sur de Polonia.

X: La may­or incóg­ni­ta aho­ra es saber qué rum­bo tomará la Igle­sia: ¿con­tin­uará el lega­do de Juan Pablo II?, ¿se abrirá a las nuevas cos­tum­bres sociales?, ¿man­ten­drá su estruc­tura?, ¿podrán casarse los curas?, ¿habrá mujeres sac­er­dotes?, ¿per­mi­tirá los preser­v­a­tivos?, ¿man­ten­drá su lucha con­tra la guer­ra y la injusticia?

«Yo os digo que no hay paz sin jus­ti­cia, ni jus­ti­cia sin perdón». Juan Pablo II, 8‑XII-2002 (Jor­na­da Mundi­al de la Paz).

Zam­bia, España, Islandia, Brasil, Nicaragua, Israel, Polo­nia, Argenti­na, Canadá, los EE UU, Méx­i­co, Uruguay, Mar­rue­cos, Por­tu­gal, Gre­cia, Egip­to, Ale­ma­nia, Italia, Kaza­jstán, Arme­nia, India, Ucra­nia, Cuba… El papa llevó su men­saje a 129 país­es de todo el planeta.

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